poniedziałek, 20 czerwca 2011

La guerra

La guerra de movimientos (1914)

Recibe el nombre de las operaciones que tuvieron lugar durante 1914, centradas en los esfuerzos alemanes para derrotar a Francia y, una vez conseguido esto, aniquilar los ejércitos de Rusia. Durante esta fase los alemanes emplearon una estrategia basada en rápidos movimientos con el objetivo de sorprender a sus adversarios.

Se desarrolló en dos frentes:

En el occidental

Alemania puso en práctica el plan diseñado por el general del Estado Mayor A. Von Shlieffen e invadió Bélgica violando con ello la neutralidad de ese país. La intención era sorprender a los franceses por el norte y llegar hasta París en pocas semanas.

Alfred von Shlieffen. Ampliar imagen
Alfred Von Shlieffen
El plan Shlieffen pareció tener éxito, pues una vez eliminada la oposición de los franco-británicos en Charleroi, los alemanes emprendieron un rápido avance por territorio francés sin encontrar apenas una resistencia organizada. El gobierno francés hubo de abandonar París y se retiró a Burdeos.

Sin embargo, ante el empuje alemán, los franceses replegaron sus tropas y las concentraron en torno al río Marne. El comandante de las fuerzas alemanas Von Moltke, presumiendo una fácil victoria, envió algunas divisiones al frente oriental, donde los rusos resistían con fuerza y solidez inesperadas.
Von Moltke. Ampliar imagen
Von Moltke

Joseph Jacques Césaire Joffre (1852-1931). Ampliar imagen
Joffre
Los franceses, comandados por el general Joffre, reorganizaron sus ejércitos aprovechando el traslado de tropas alemanas al frente oriental. Pasaron a la ofensiva en día 5 de septiembre, fecha de inicio de la batalla del río Marne donde sorprendieron a los desprevenidos alemanes que hubieron de emprender la retirada, aunque más tarde lograron estabilizar el frente.

La batalla del Marne puso de relieve el fracaso de los planes alemanes para vencer a los franceses mediante un ataque relámpago. Moltke fue sustituido por el general Falkenhayn.
General Von Falkenhayn. Ampliar imagen
Falkenhayn

En el frente oriental

El fracaso alemán en Francia se debió en gran medida a la contundente intervención de los rusos, hecho no previsto por los estrategas alemanes que menospreciaban su capacidad de movilización. Por contra, los rusos penetraron en Prusia oriental a finales de agosto derrotando a los austríacos en Lemberg y conquistando la región polaca de Galitzia (bajo soberanía austríaca).



La guerra de posiciones

Proyectiles. Batalla de Verdún.  Ampliar imagen
Proyectiles. Verdún
Esta fase de la guerra es conocida también como “Guerra de trincheras” por la forma en que se desarrollaron las operaciones militares. Abarcó los años 1915 y 1916. Fue consecuencia del fracaso de la guerra relámpago iniciada por los alemanes en 1914.

Supuso un cambio de estrategia respecto a la fase precedente y abrió paso a la guerra de frentes estables que inmovilizó a los ejércitos en líneas de trincheras que se extedieron a lo largo cientos de kilómetros, desde el Mar del Norte hasta Suiza.
Los alemanes, una vez fracasada la ofensiva inical, adoptaron una estrategia defensiva y se atrincheraron en el frente occidental tratando de proteger sus posiciones y concentrando la mayor fuerza ofensiva en el frente oriental.
Según sus planes, una vez vencidos a los rusos, llegaría el momento de derrotar a los aliados occidentales: Francia y Gran Bretaña.
El nuevo escenario bélico abrió paso a una guerra de desgaste desarrollada esencialmente en territorio francés y belga, que produjo un elevadísimo número de bajas y arruinó la moral de los soldados.
Las tropas se vieron obligadas a luchar durante meses en trincheras, en penosas condiciones, bajo la constante acción de la artillería, rodeados de alambradas, enfangadas en terrenos infectados de roedores y sometidas a la machacona acción de las armas automáticas y los nuevos (lanzallamas, gases, etc.).
En el frente ruso los alemanes habían alcanzado exitosas victorias, sin embargo en el occidental fueron los aliados quienes tomaron la iniciativa durante el transcurso de 1915, lanzando ofensivas en Champaña y Artois que fueron contenidas por los alemanes.
Los italianos intervinieron frente a los austríacos por el río Isonzo cosechando grandes pérdidas. Sin embargo, ninguno de los dos contendientes consiguió romper el frente, que permaneció casi invariable.
Durante los meses de 1916 se desencadenaron una serie de acciones con el fin de romper las líneas enemigas. El punto donde se concentró el ataque alemán fue la fortaleza de Verdún. Allí se sucedieron violentos combates entre febrero y diciembre (“Infierno de Verdún”). Los franceses resistieron al mando del general Petain. El resultado de la batalla arrojó enormes pérdidas por ambos bandos, calculándose en 750.000 bajas entre muertos y heridos. El general Falkenhayn fue sustituido porHindenburg en el mandoalemán. Cadáveres franceses sin sepultar. Ampliar imagen
Cadáveres de soldados franceses
General Petain. Ampliar imagen
General Petain
Robert George Nivell ( 1856-1924). Ampliar imagen
General Nivelle
Con el fin de distraer la acción de los alemanes las fuerzas británicas y francesas iniciaron una ofensiva en el norte de Francia, en torno al río Somme. Las bajas fueron de nuevo descomunales, superiores a las de Verdún (1 millón); tan solo durante el primer día de la batalla (1 de julio de 1916) los británicos perdieron cerca de 60.000 hombres. Joffre fue sustituido en el mando por el general Nivelle.
En el frente oriental los rusos, tras las enormes pérdidas del año anterior consiguieron al mando del general Brusilov obtener éxitos en Galitzia, aunque los imperios centrales reaccionaron en pocas semanas y comenzaron a apreciarse los primeros síntomas de desplome en el ejército ruso.
Alexéi Alexéievich Brusílov Brusilov (1853-1926), general del ejército ruso.  Ampliar imagen
A. Brusilov
En la primavera de 1916 tuvo lugar el hecho naval más importante de la contienda, la batalla de Jutlandia, que se saldó con un ligero triunfo de la flota alemana sobre la británica. No obstante, los buques alemanes se retiraron a sus bases, interviniendo en adelante sólo en contadas ocasiones y dejando el peso de la guerra en el mar a los submarinos.


La crisis de 1917

Hospital alemán en Berlín. Ampliar imagen
Hospital alemán en Berlín
El equilibrio militar de finales de 1916 y la imposibilidad de dar fin a la guerra a corto plazo puso en dificultades a los beligerantes. Tropas y retaguardia fueron presa de una creciente desmoralización .

Durante 1917 se desencadenaron protestas de soldados y mandos que se transformaron en auténticos motines que fueron duramente reprimidos. La unidad política se quebró en el seno de cada una de las potencias e innumerables voces clamaron contra la guerra, exigiendo una paz negociada. Surgieron iniciativas de paz como la de Wilson (presidente de los Estados Unidos) o la del papa Benedicto XV, pero finalmente se impusieron las tesis de los partidarios de continuar la contienda.
Thomas Woodrow Wilson (28 de diciembre de 1856 - 3 de febrero de 1924), 28º presidente de los Estados Unidos. Ampliar imagen
Presidente Wilson
Papa Benedicto XV. Ampliar imagen
Papa Benedicto XV

Mariscal Petain. Ampliar imagen
Mariscal Petain
Georges Clemenceau. Ampliar imagen
G. Clemenceau
En Francia la especial dureza de los combates en las trincheras, unida a la escasez de víveres y pertrechos, provocaron huelgas en la industria metalúrgica y la sucesión de una serie motines (primavera de 1917) que fueron frenados mediante numerosos fusilamientos. El general Nivelle fue sustituido por el mariscal Petain quien logró restaurar la disciplina militar. El gobierno fue asumido por Georges Clemenceau.

En Gran Bretaña los laboristas se alejaron del gobierno al tiempo que se sucedían numerosas huelgas. Se hizo cargo del ejecutivo David Lloyd George, partidario de proseguir la guerra y promotor de una serie de medidas que lograron incrementar la eficacia del ejército.
David Lloyd George (1863-1945). Jefe del Gobierno entre 1916 y 1922. Ampliar imagen
Lloyd George

Los generales alemanes Hindenburg y Ludendorff. Ampliar imagen
Hindenburg
y Ludendorff
En Alemania se libraron enconadas luchas políticas entre los partidarios de continuar la lucha y los que propugnaban su fin. A la postre se impusieron los primeros, significados por Hindenburg y Ludendorff, generales del Estado Mayor.
Los más moderados, representados por el canciller Bethmann-Hollweg, estaban decididos a limitar la lucha submarina al considerar que incrementaba el riesgo de una intervención militar norteamericana. Los submarinos alemanes habían declarado la guerra total, tanto contra los buques de países beligerantes, como contra los neutrales.

En Austria-Hungría el ejército que combatía en varios frentes comenzó a dar signos de desplome. A ello se unió la escasez de abastecimientos en las ciudades.
Artillería austro-húngara. Ampliar imagen
Artillería austro-húngara

Los descontentos crecieron y se transformaron en reivindicaciones nacionalistas, de modo que húngaros, checos y polacos empezaron a demandar su independencia del Imperio.

Italia, a la que los austro-húngaros habían infligido seversas derrotas, se encontraba en una delicada situación y reclamaba la ayuda del mando aliado, que envío varias divisiones franco-británicas para evitar su derrumbe militar.

El sultán turco Mohamed V. Ampliar imagen
Mohamed V
En el Imperio Turco, tras una serie de reveses que le hicieron perder Palestina y Mesopotamia a manos británicas, la situación se tornó insostenible.

Rusia fue sin duda el escenario más convulso de esta etapa. Presa de un fuerte descontento debido a la escasez de víveres y los continuos descalabros militares, fue presa de diversos motines que desembocaron finalmente en la Revolución de febrero de 1917. El zar se vió obligado a abdicar y se constituyó un Gobierno Provisional de corte occidental liderado por Kerenski, que en contra de la mayoría de los rusos decidió proseguir la lucha.
Nicolás II, zar de Rusia, depuesto por la revolución de febrero de 1917. Ampliar imagen
Nicolás II

Kerensky, jefe del Gobierno Provisional junto a las tropas.  Ampliar imagen
Kerensky junto a las tropas

Vladimir Illich Ulianov, Lenin, líder de los bolcheviques soviéticos, máxima figura de la revolución Rusa.  Ampliar imagen
Lenin
Meses más tarde, en Octubre de 1917, un golpe de estado acabó con el gobierno burgués de Kerensky y aupó al poder a los comunistas de Lenin. Éste entabló conversaciones con las potencias centrales con el fin de poner término a la guerra en el frente oriental, hecho que se materializó finalmente con la firma del Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918.

Por él se imponía a Rusia la pérdida de extensos territorios (Estonia, Letonia, Lituania, Finlancia, etc).
El abandono ruso significó un giro radical en el conflicto: el frente oriental quedaba libre de contiendas y ello permitió a las potencias centrales concentrar la totalidad de sus ejércitos en el frente occidental.
Firma del Tratado de Brest-Litovsk que sacó a Ruisa de la guerra en marzo de 1918. Ampliar imagen
Tratado de Brest-Litovsk

Sin embargo, la entrada en guerra de Estados Unidos (también lo hizo Grecia) en la primavera de 1917 alteró radicalmente las espectativas de alemanes y austro-húngaros: supuso la apertura de un nuevo frente en los Balcanes pero, ante todo, la irrupción de una potencia extraordinaria que con su formidable peso económico, demográfico y militar, inclinó la balanza definitivamente del lado de los aliados.


Interior de un submarino
Las razones que llevaron a los estadounidesnes a intervenir en la guerra se debieron en parte a la agresiva ofensiva en el mar desarrollada por los alemanes. Las tesis belicistas se habían logrado imponer a las más moderadas y Alemania había declarado una guerra submarina total.

El torpedeamiento del carguero estadounidense Vigilantia en marzo de 1917 tuvo una enorme repercusión en la prensa estadounidense e influyó en el cambio de actitud de la opinión pública, hasta entonces remisa a entrar en guerra.

También influyó en esa decisión la interceptación por los servicios de espionaje británicos del llamado "Telegrama de Zimmermann" por el que Alemania daba instrucciones a su embajador en México para que intentase incorporar a este país en la contienda en contra los Estados Unidos.
El 2 de abril de 1917 el presidente Wilson declaró la guerra a Alemania.
Arthur Zimmermann, Secretario de  Asuntos Exteriores del Imperio Alemán. Ampliar imagen
A. Zimmermann


El final de la guerra. 1918

En 1918 ambos bandos atravesaban serias dificultades tanto militares como económicas. Sin embargo, la fatiga era más visible en el bando de las potencias centrales que en el aliado, pues la incorporación de los Estados Unidos al conflicto había supuesto una auténtica inyección de recursos materiales y humanos.

Encuentro de las delegaciones rusa y germana en Brest-Litovsk. Marzo de 1918. Ampliar imagen
Brest-Litovsk. Delegaciones
No obstante, en 1918 los alemanes consiguieron eliminar definitivamente del escenario bélico a los rusos que habían iniciado negociaciones para poner fin al conflicto. Una serie de derrotas continuadas habían animado al gobierno revolucionario soviético a firmar en marzo el Tratado de Brest-Litovsk.

Con las manos libres en el frente oriental, el general alemán Ludendorff inició una ofensiva en el lado occidental. Fue la conocida como 2º Batalla del Somme para diferenciarla de los combates que se habían desarrollado en la misma zona en 1916. La iniciativa fracasó, pues los aliados frenaron la ofensiva en el Marne, en el mismo lugar donde Joffre había hecho abortar en 1914 el Plan Shlieffen.
Erich Ludendorff (1865-1937). Ampliar imagen
E. Ludendorff

Mariscal Foch (1851-1929). Ampliar imagen
F. Foch
La contraofensiva aliada al mando del general Foch fue iniciada en julio de 1918 y forzó el repliegue de las tropas germanas. En agosto un nuevo ataque aliado que empleó abundantes carros de combate desplazó a los alemanes hasta la frontera belga. La crisis militar se tradujo en deserciones masivas.

El 8 de noviembre de 1918 estalló en Berlín un movimiento revolucionario y el Kaiser Guillermo II abdicó. Se formó un nuevo gobierno que encabezó el socialdemócrata Ebert. Alemania firmó el armisticio el 11 del mismo mes.
Guillermo II de Hohenzollern, emperador de alemania, en sus últimos días de exilio en Holanda. Moriría en 1941 sin haber visto realizadas sus esperanzas de restaurar la monarquía en Alemania. Ampliar imagen
Guillermo II

Friedrich Ebert. Líder del  Partido Demócrata alemán y  primer gobernante de la República de Weimar, sistema en que se transformó  Alemania tras la caída de la monarquía de los Hohenzollern. Ampliar imagen
F. Ebert
La monarquía de los Hohenzollern dejó paso al establecimiento de una República democrática, la de Weimar, regida por un frágil sistema parlamentario, que fue presa de una gran inestabilidad hasta 1933, fecha en que Hitler abolió la democracia. Esa fragilidad fue causada principalmente por la crisis económica de posguerra y sus secuelas sociales y políticas.

El Imperio Austro-Húngaro se rindió a mediados del mes de noviembre, en tanto que búlgaros y turcos lo habían hecho ya en septiembre y octubre respectivamente

Brak komentarzy:

Prześlij komentarz